LAS ACCIONES: PRACTICAR LA MISERICORDIA: A través de las obras de misericordia damos testimonio del Evangelio. Así lo expresa el Apóstol Santiago cuando dice: Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe (St 2,18). El propio Jesús nos ha advertido que en el Juicio “se nos examinará sobre el amor”, como dice San Juan de la Cruz .140 Ese día el Rey dirá a quienes hicieron obras de misericordia concretas: Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era forastero y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme (Mt 25 34-36).Iluminados por la Palabra de Dios, descubrimos entonces que las obras de misericordia que podemos y debemos practicar, se agrupan en estas: obras corporales de misericordia: dar de comer a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, vestir a los desnudos, dar asilo a los desamparados, consolar a los prisioneros, visitar a los enfermos, enterrar a los muertos. Las obras espirituales de misericordia son: amonestar a los pecadores, instruir a los ignorantes, aconsejar a los que tienen dudas, consolar a los afligidos, soportar con paciencia los errores de los demás, perdonar las ofensas, orar por los vivos y los difuntos.
LAS PALABRAS: PROCLAMAR LA DIVINA MISERICORDIA: Dios nos ha regalado la capacidad de comunicarnos, don que debemos utilizar con responsabilidad, de tal manera que nos edifique a nosotros y a los demás, dando así gloria a Dios. De la abundancia del corazón habla la boca (Cfr. Mt 12, 34-35), ha dicho Jesús, Modelo de comunicación. Por eso San Pablo exhorta: No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen (Ef 4,25.29). Meditando esto, el Papa Juan Pablo II escribió: “La estatura moral de las personas crece o disminuye según las palabras que pronuncian y los mensajes que eligen oír”. 141Jesús nos pide que practiquemos la misericordia de palabra, hablando siempre con la verdad, expresada con caridad. ¡Y qué más grande verdad que comunicar a los que nos rodean la misericordia divina!.¡Sólo Jesús puede calmar la sed de felicidad que todos llevamos dentro!: Por eso el Señor pidió a Santa Faustina, y a través de ella a nosotros: Haz lo que esté en tu poder para difundir la devoción a Mi misericordia. Yo supliré lo que te falta .142 A las almas que propagan la devoción a Mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino salvador misericordioso . 143Un día en que santa Faustina estuvo hablando de la Divina Misericordia a unas personas, Jesús mismo le dijo: Estoy muy contento... de que hayas dado a conocer Mi bondad a las almas y las hayas invitado a amarme . Hagamos lo mismo en nuestra familia y en nuestros ambientes, como Cristo, que aun frente al terreno difícil, no escatimó ninguna semilla (Cfr. Mt 13, 1-23) . 145 De ahí que el Papa Benedicto XVI nos exhorte: “La Iglesia de hoy debe reavivar en sí misma la conciencia de su deber de volver a proponer al mundo la voz de Aquel que dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12) . 146
LA ORACIÓN: IMPLORAR MISERICORDIA PARA EL MUNDO ENTERO: Jesús oraba constantemente (Cfr. Lc 11,1). Él mismo nos enseñó con su ejemplo la importancia de la oración, la cual consiste en hablar con Dios, que tanto nos ama, y que está dispuesto a darnos todo aquello que verdaderamente necesitamos: Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá (Lc 11,9). Velad y orad (Mt 26, 41) nos ha dicho el Señor, que oró al Padre por nosotros: Padre, te pido por ellos. Cuida en tu nombre a los que me has dado para que sean uno en nosotros (Jn 17, 9.11). En la oración, “el verdadero protagonista es Dios. El protagonista es Cristo, que constantemente libera a la criatura de la corrupción y la conduce hacia la libertad, para gloria de los hijos de Dios... Esta iniciativa nos reintegra en nuestra verdadera humanidad, nos reintegra en nuestra especial dignidad. Sí, nos introduce en la superior dignidad de los hijos de Dios, hijos de Dios que son lo que toda la creación espera...la oración tiene en cierto sentido una función cósmica” . 147La vida de oración debe fomentar en nosotros una mirada contemplativa: vivir continuamente en la presencia de Dios. “Esta es la mirada de quien ve la vida con profundidad, percibiendo sus dimensiones de gratuidad, belleza, invitación a la libertad y a la responsabilidad. Es la mirada de quien no pretende apoderarse de la realidad, sino que la acoge como don, descubriendo en cada cosa el reflejo del Creador y en cada persona su imagen viviente (cfr. Gn 1,27; Sal 8,6). Esta mirada... se deja interpelar por todas estas situaciones para buscar un sentido y, precisamente en estas circunstancias, encuentra en el rostro de cada persona una llamada a la mutua consideración, al diálogo y a la solidaridad” . 148La oración nos lleva al amor, “y del amor nace el deseo de la unidad” ; 149 nos conduce a “tener un sólo corazón y una sola alma” (Hch 4,32) y nos impulsa a pedir y a trabajar para que todos seamos uno en el amor. Por eso debemos rogar al Señor, aprendiendo de su ejemplo, por nuestros familiares y amigos, por la gente que nos rodea, y por aquellos que aún se encuentran lejos de Dios. Supliquemos al Todopoderoso por la Iglesia, por el Santo Padre y los obispos, particularmente por el propio obispo, por los sacerdotes y diáconos, por las personas consagradas, y por los laicos; por toda la creación; por el eterno descanso de los que se durmieron en el Señor ,150 y por la unidad de todo el género humano. A través de la oración intermediarás entre la tierra y el cielo .151
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