Es común observar en la época actual a muchísimas personas que se encuentran insatisfechas con su realidad; bien a nivel laboral o profesional, o quizá en el orden social, familiar o de pareja, presentando incluso una crisis existencial que los lleva a no poder responder qué es lo quieren de la vida, hacia dónde dirigir los esfuerzos o sus energías, e incluso hasta el hecho de no saber por qué y para qué viven.
En este sentido, es conveniente que sepas que cuando nacemos, o mejor aun cuando venimos a este plano, recibimos inmediatamente de Dios-Padre un don específico, además de una tarea que cumplir en este mundo. No hay ser humano en este planeta que no tenga una misión que cumplir en el universo, por insignificante que “supuestamente” parezca.
Aunque tú no lo creas, todo lo que existe en el universo es útil. Todo ser viviente, y más aún los seres humanos, quienes fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, estamos aquí para coadyuvar en la evolución del universo. Es como una orquesta sinfónica en donde todos los instrumentos son útiles, y juntos es cuando nos ofrecen bellas melodías.
El poder que recibimos de nuestro Padre Eterno al nacer es inconmensurable. Hay un don que has recibido que te ha distinguido de todos los seres humanos. Cada individuo posee un don específico, un regalo de Dios para que puedas ofrecérselo al mundo. Es aquí donde surge el punto central: ¿ cuál fue el don que recibí de Dios ?, ¿ cómo lo descubro ?, ¿ qué debo hacer ?.
Es bueno que sepas, que todas estas respuestas ya están dentro de ti. Hay una persona en este mundo a la cual nunca podrás engañar, y es a ti mismo. Todos los seres humanos tenemos algo que ofrecer al mundo, y es precisamente aquello que nos apasiona, que nos llena de alegría, que nos motiva.
No mires el pasado, y a atrévete a cambiar. Si lo que haces actualmente te desagrada, si desempeñas tus labores, tu profesión u oficio en un total estado de inmotivación, es hora de observarte ya que estás en el lugar equivocado, porque precisamente lo que viniste a hacer en este mundo te debe causar alegría y alta satisfacción; lo demás, la parte material, viene por añadidura.
Dios, al nacer, nos encomendó una función en este plano, la cual no puede ser distinta a la búsqueda de la felicidad. La misión que Dios nos asignó (aquello que te gusta y apasiona, pero que quizá por miedo no te atreves a comenzar) es el camino que te conducirá a la felicidad, al éxito, a la obtención de riquezas espirituales y forzosamente materiales, así como a la paz.
Ser feliz implica estar conscientes que tenemos que recordar la misión que Dios nos ha encomendado, en la ruta que Dios nos preparó, y seguirla. Este camino nos conducirá a la gloria.
La presencia de Dios en tu vida es la fuerza que te guía hacia la paz espiritual, la prosperidad y la dicha. Debes seguir adelante, y quizá la vida te está exigiendo un cambio, pero ¿ qué debes hacer ? Ante todo debes despojarte del pasado, debes dejar atrás o cerrar el ciclo del pasado, o mejor aún: cerrar el ciclo. También debes concluir todas las cosas que tienes pendientes, o simplemente delegarlas para que otros las realicen. Cierra este ciclo y comienza a emprender tu nuevo rumbo. Te mereces lo mejor, porque eres lo mejor.
Y si todavía tienes dudas, pídele al Padre Eterno que te enseñe tu camino, ya que el quiere lo mejor para ti, y su voluntad es lo que más te conviene. Sólo debes pedir su guía, que ilumine tus pasos y bendiga tus planes. Recuerda que eres un instrumento de Dios, más sin embargo pide que su voluntad se haga en ti. Pero, por favor, no te apartes de él, ya que con su guía nada de lo que te propongas puede fallar.
Por último, quizá te preguntes ¿ y dónde encuentro a Dios ?, pues simplemente búscalo, pero dentro de ti. Obsérvate y pronto encontrarás a Dios y forzosamente tu misión.
MARCOS JAVIER BARRERA.
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